En el Día Internacional de los niños víctimas inocentes de agresión, queremos visibilizar algunas dificultades de las villas en situación de aislamiento: complicaciones en el desarrollo de la primera infancia, en la escolarización por falta de conectividad online y el drama de niñas y niños viviendo aislados junto a sus padres en situación de consumo.
Para niños y niñas en primera infancia 76 días de aislamiento es mucho tiempo. El aprendizaje en los primeros años de vida avanza día a día, y ocurre en la socialización, interactuando con pares, saliendo al mundo y descubriéndolo. La cuarentena dificulta el proceso de desarrollo psicosocial y cognitivo de los chiquitos y chiquitas.
Así y todo por el momento es la única forma de prevención de contagio del coronavirus, y da resultado: en la Argentina al día de hoy hay +500 muertos y 19 mil y pico de infectados, lo que comparado con países sin aislamiento lo deja fuera de toda duda. En Brasil hay más de 32 mil muertos (a razón de mil muertes diarias).
Los niños sufren los efectos colaterales de la cuarentena de manera silenciosa. La niñez no tiene capacidad de lobby. Es el caso de las niñas y niños que hace más de 76 días que están viviendo aislados con sus padres en situación de consumo. Y si bien el consumo problemático atraviesa todos los estratos sociales, en los barrios estos niños en primera infancia -aislados y sin acceso a las Redes Sociales como los adolescentes- encarnan la más vulnerable de las infancias vulnerables de la Argentina.
“En contextos de aislamiento y encierro se profundizan los riesgos de incurrir en situaciones de violencia entre adultos y hacia los niños y adolescentes. Y a los que ayudamos en territorio se suma la complejidad del contexto de pobreza, fragilidades del consumo y falta de recursos y precisamente por el aislamiento, el encierro y el nerviosismo se suma el riesgo de caer en reacciones violentas ya sea físicas, psicológicas o sexuales, porque precisamente las violencias se dan en contextos de encierro” dice la Lic. Lourdes Molina, psicóloga y especialista en infancias vulnerables en la Familia Grande del Hogar de Cristo.
En general las escuelas suelen ser una alerta temprana en casos de violencia o maltrato, pero con la cuarentena escuelas y jardines están cerrados. En reuniones previas al anuncio de la extensión de la cuarentena hasta el 28 de junio se debatió la paulatina apertura de las escuelas y el regreso semipresencial a clases, pero esa posibilidad fue descartada porque en estos momentos CABA y GBA siguen en fase 3 (el resto del país, salvo Chaco, pasaron a fase 4). En la ciudad de Buenos Aires hay 4 escuelas villeras: Caacupé (villa 21-24), Del Carmen (villa 15), Madre del Pueblo (villa 1-11-14) y Virgen Inmaculada (villa Soldati).
Los clubes de los barrios -miembros de las Tres C educativas en las villas (capilla, colegio y club)- también están cerrados. La buena noticia es que poco a poco se están reanudando las catequesis a distancia -vía wasap- con toda la dificultad que implica en las villas por la falta de conectividad online. La escolariación tampoco está siendo fácil para las chicas y los chicos de los barrios que deben hacer la tarea usando los datos móviles de los celulares de los padres porque en las villas no hay computadoras en las casas, porque no hay Internet (leer más en este link).
Los EPI -Espacios de Primera Infancia- de los Hogares de Cristo por el momento permanecen cerrados. Son los dispositivos que cuidan de la salud física y emocional de niños de padres en consumo. Los profesionales de los Hogares de Cristo están buscando la manera de poder estar más cerca de esas familias y debaten si es posible acompañar en la distancia a las familias con niños en situación de consumo, o establecer un protocolo bien estricto que permita que, por turnos y sin aglomeración de gente, se reanude la asistencia a los Centros Barriales para continuar el vínculo personal. “Aunque en los barrios más vulnerables está más extendido el riesgo de contagio de Covi-19, estamos pensando en un protocolo muy estricto para reanudar el contacto y que las familias con padres en consumo no estén tanto tiempo desatendidas”, dice Lourdes Molina. “Se necesita una presencia más directa aunque mantengamos la distancia, a metro y medio, pero con el rostro concreto ahí, acercando un pañuelito por si hay que llorar”.
En algunos barrios del gran Buenos Aires muchas organizaciones sociales no han perdido el contacto uno a uno con los niños y las niñas, gracias a que se han puesto al hombro la emergencia alimentaria y están supliendo la ausencia de los comedores escolares llevando un plato de comida caliente a las familias. Esto les permite seguir en contacto directo.
Es el caso los educadores populares la Casa del Niño Fundación Hogar del Sol de Berazategui -miembros de “Chicxs del pueblo”. A tono con su bandera “Con ternura venceremos”, Claudia Bernazza nos cuenta: “Las organizaciones que brindamos servicios alimentarios somos servicios esenciales y estamos exceptuados del aislamiento por el decreto presidencial. Por lo tanto en el momento de repartir las viandas de comida estamos -con la distancia del caso- con los alumnos y así ellos no han perdido la sociabilidad. El micro que antes los iba a buscar para traerlos a la Casa del Niño -donde recibían desayuno, merienda y una comida-, ahora es el micro que lleva a los maestros a cada barrio a encontrarse con los niños en sus casas. Los chicos necesitan el contacto, necesitan verte. Ese momento de contacto y entrega de la vianda no es un momento mecánico ni rutinario donde solo se entrega la vianda como si fuera un trámite burocrático. Es un momento de encuentro, de miradas, de distancia física -por supuesto-, pero de mucha cercanía afectiva, donde con un saludo con el codo, con los pies, y con la distancia suficiente seguimos preguntándoles a las chicas y chicos cómo están, y les seguimos brindando todo nuestro cariño. Seguimos acompañando a las familias, chicas y chicos en los mismos temas que tenían antes de la pandemia. Además a través de wasap les enviamos videos y les decimos todo lo que los extrañamos”.
Consultamos la situación con la Dra. Marisa Graham, Defensora de Niñas, Niños y Adolescentes. “¿Qué hacemos con los chiquitos de los barrios que no tienen Covid-19 ni referentes afectivos, cuyos padres dieron positivo y deben ser hospitalizados o aislados en hoteles hasta superar el coronavirus? ¿Quién va a cuidarlos?”, pregunta Graham, y comenta que este problema se empezó a visibilizar gracias a los operativos Detectar, mediante los cuales se están realizando testeos masivos que ya arrojaron más de 4000 casos positivos de Covid-19 en los barrios vulnerables de CABA.
“Nosotros como Defensoría estamos estudiando todas las situaciones en el marco de la pandemia en las que se pudiera llegar a vulnerar los derechos de los niños. Estamos pensando en hacer un protocolo diferenciado por casos: por un lado los niños sin referentes afectivos que sean negativos, positivos leves o positivos graves; otro corte sería por edades -lactancia, primera infancia y adolescentes-. Yo no tengo ninguna duda de que los niños pequeños en lactancia deben estar con sus madres, siempre y cuando el niño no corra riesgo. Estas son algunas ideas, después habrá que ver un borrador del protocolo que se irá redactando y consensuando”, dice Graham.
Mujeres y niños primero
El riesgo que corren niñas y niños de sufrir maltrato y estar aislados sin contención psicológica ni emocional también lo están corriendo las mujeres. De hecho en 76 días de cuarentena ha habido 58 femicidios. En lo que va del año hubo 130 femicidios, por lo que la mitad de las muertes violentas de las mujeres ocurrieron en cuarentena, lo que confirma que la situación de encierro potencia la letalidad de la violencia intrafamiliar.
El caso de Yamila, que asiste al Hogar de Cristo de la zona de Villa Soldati, encarna la situación. En cuanto se decretó la cuarentena Yamila quedó paralizada entre el miedo al coronavirus y la situación de violencia familiar que vivía con su pareja. Cuando apareció la violencia recién entonces tomó conciencia de que debía defender a sus hijos y se animó a irse de su casa.
Para hacerlo, recurrió a las psicólogas y asistentes sociales del Hogar de Cristo, que la acompañaron a la Oficina de violencia doméstica a hacer la denuncia. Luego fue alojada en el Hogar Santa Teresa de General Rodríguez, a donde se trasladó con sus tres colchones, sus tres hijos y sus pertenencias.
En caso de violencia contra niños o mujeres, la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes recomienda contactarse con alguno de los organismos dedicados a la protección:
- Llamar al 102, línea de urgencia de la Defensoría de menores (atiende las 24 horas).
- Llamar al 144, asesoramiento, acompañamiento y contención de violencia
- Oficina de la Violencia Doméstica, atención de denuncias las 24 hs. (Lavalle 1250- 11-4123-4510)
- WhatsApp de la Ciudad: 11-5050-0147
- Dirección General de Niñez de la Ciudad
- Consejo de los Derechos de los Niños (19 defensorías y la guardia de abogados)
- Asesoría tutelar de la Ciudad
- Defensorías zonales de los derechos del niño